domingo, 6 de septiembre de 2009

El apocalipsis urbano

Ideas gráficas para la ciudad destruida (tomado de http://cortofantasmas.blogspot.com/2008/06/blog-post.html)



Los poderes retentivos de la ciudad van más allá de una ansiedad centralista, tanto del estado como del ciudadano común. La ciudad es un imán que atrae todo aquel que tiene una esperanza que tarde o temprano convierte en quejas y desilusiones, sin embargo, ¿sirve de algo el adoptar posturas quejumbrosas de la ciudad?.


Existen infinidad de versiones de la caída de las ciudades, el cine se ha encargado de bombardearnos con ejemplos apocalípticos de enormes dimensiones, vivimos en la era de lo mayúsculo y descomunal, aparentemente nuestras ciudades se desparraman a un ritmo vertiginoso sobre la tierra, pero no hay que perder de vista las ventajas que obtenemos de la aglomeración. Lo que nos hace estar atados a nuestras ciudades son las ventajas que le encontramos, es un mundo que está tratando de hacerse a nuestra medida, me refiero a la personalización de nuestro espacio, la zona de confort que logramos al estar en las urbes, sean grandes o pequeñas, son fuerzas mucho mayores que nos inclinan a quedarnos e ir a ellas.


Las visiones fatalistas están en todas partes pero supongo que si habría que imaginar algo, no solamente sería la destrucción irremediable de nuestro mundo urbano "atroz", sino que habríamos de imaginarnos en la búsqueda de alternativas para rehacer lo que tenemos, no elucubrar lo que podría ser, sin haber llegado aún. La destrucción no la tenemos que imaginar, ni pedir que nos la muestren, solo hay que abrir nuestra ventana, y observar de manera reflexiva, para darnos cuenta de nuestra parte de la misma.


Arq. Mauricio Acosta

2 comentarios:

  1. Es mil veces preferible la gracia de la imperfección que la perfección sin gracia, la ciudad nos atrae por que es compleja, por que nos insulta, nos abofetea, para después embriagarnos con sus excesos, sus comodidades, su basta variedad, robarnos un beso y sangrar nuestros labios...

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  2. Los labios dicen de manera embriagante:¡ven!, y la sangre que corre alocada por las venas asfaltadas de nuestro sistema, fluye ruidosa, como recordándonos: ¡quédate, pero pagarás por ello!. Se agradecen infinitamente comentarios tan acertados como los tuyos. ¡Inspirador hermano!.

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